Ley del Mínimo Esfuerzo

Otra vez, como no, volví a ser el último en llegar. Para quien no lo sepa, en todos los círculos en los que me muevo, siempre se me ha atribuído el don de no tener nunca que esperar (es un eufemismo, realmente me llaman: "¡puto lento!"). Más que nada, porque siempre me tienen que esperar a mí.

Pero hoy, un poco por propia iniciativa y un mucho por extorsiones, amenazas, chantajes, etc. he decidido que debía hacer algo para cambiar esto. Así que me he esforzado, y he intentado acelerar todos y cada uno de mis movimientos, en concreto me he levantado de un salto y me he puesto a doblar algo de ropa más rápido de lo normal, y, la verdad es que he empezado a ver destellos luminosos, y me he tenido que sentar, perdiendo todo el tiempo que había ganado en un principio, en serio. Ahí me he dado cuenta de mis limitaciones genéticas para ello, y consciente de mi imposibilidad para hacer las cosas más velozmente de lo que las hago, he pensado en que lo ideal sería que las cosas se hicieran más rápido a la misma velocidad que las hago ahora. Es decir, que tenían que existir atajos, trucos, la ley del mínimo esfuerzo.

Y como siempre, hoy en día, para solucionar cualquier mal se busca por internet. No me ha costado nada encontrar vídeos por el YouTube, y me han parecido cosas curiosas, que no están de más saberlas. Para muestra, unos botones (hay más de un vídeo):

Siempre había querido saber hacer esto:

Sigue leyendo...

Esto para estudiantes, que como nosotros, tardamos 10 minutos para cada puta patata y los huevos duros nos dan palo (para gente no iniciada en cocina, lo primero son patatas y lo segundo huevos):




Se acabó el engañarnos y meter las birras en el congelador 4 minutos, para enfriar solo un poco la lata y beberte la cerveza caliente:


El momento chungo corta-royo y la cara de tonto que ponemos (ahora me entenderéis) se acabó también:


(5 quintos en una mesa)
"¡Mierda! no encuentro el chisme ese para quitar las chapas"
"No pasa nada, leí la entrada de Cebri en el blog"


Este no acabo de pillarlo, pero bueno, la gente que ya se ate sola los cordones a lo mejor lo entiende, yo es que meto el cordón en el bolsillo y me sale hecho, ya lo sabéis:


Dedicado a socorristas:


Y el último de regalo, dedicado especialmente a Juanal, un compañero de piso fanático de las salsas, en especial de esta:


¡El tiempo es oro!