Es Que Explicado Así No Tiene Gracia

Tras unas merecidas vacaciones -unos pocos meses-, después de que nuestros cerebros quedaran totalmente secos e inutilizables para otros fines que no fueran la supervivencia más pura y dura, se decide hacer un intento por recuperar un poquito este blog.
Hoy es el primer día, así que no se puede pedir una entrada de superclase, entre otras cosas por el hecho de que nunca la ha habido.

La cuestión es el por qué justamente reemprender hoy. La respuesta es bien sencilla. Me he topado con una de esas situaciones en las que un ser humano se encuentra cara a cara con la más fría soledad, y más añora la compañía y la complicidad de otra persona. Seguro que muchos pensáis en infinidad de situaciones en las que uno se puede sentir así, pero si queréis saber con exactitud cuál es, pensad en la más extrema de ellas.

Efectivamente. Estoy hablando de ese momento en el que vas por la calle, o por cualquier otro lugar. Solo. Y te topas con una situación que encuentras súper graciosa, de esas que te reirías solo, pero como que siempre se ha dicho que alguien que ríe solo está loco, no lo haces.

Miras a tu alrededor buscando a alguien a quien poder decirle: "¡Mira! ¡Mira!", con esa histeria típica de cuando quieres que alguien mire algo. La típica de cuando alguien está mirando la tele, y empieza: "¡Cebri!¡Corre, corre!¡Mira!¡Que se acaba!¡Qué bueno!¡Uala!", y tu te levantas a toda ostia, derrapando en el pasillo, dándote con el marco de la puerta en el dedo gordo del pie. Total, ¿para qué? Pueden pasar dos cosas:

1. Llegas a tiempo y al mirarlo es una parida y acabas diciendo (con cara de dolor y cogiéndote el dedo gordo), "¿para esto me llamas, cabrón?"
2. No llegas a tiempo y acabas diciendo (con cara de dolor y cogiéndote el dedo gordo), "¿Qué era, tío?", y el otro te contesta, entusiasmado, sin coger aire y a toda velocidad, algo que, sin atisbo de duda, no entenderás jamás.


Tras este paréntesis. Volvamos a donde lo habíamos dejado. Buscas a alguien para poder contarle lo que se está perdiendo. Pero no hay nadie con quien puedas hacerlo. Así que esa situación, se acaba reduciendo a una mera anécdota de esas que cuando la intentas a explicar, a medida que hablas te das cuenta de que no era tan bueno. Nadie se ríe, y acabas diciendo, como para disculparte: "Es que para reírte tienes que verlo. Así explicado de palabra no hace gracia". Y en ese momento te hundes, te da muchísima rabia no poder explicar algo que te hizo llorar de la risa, aunque tu sabes que en ese momento fue lo más hilarante que pudiste haber visto.

Dejad de pensar en que significa hilarante. Pues bien, por suerte para mi. En ese momento he dado gracias de vivir en el siglo XXI y de llevar una cámara en el bolsillo, para poder inmortalizar la imagen, para luego poder contarla con pruebas. Y qué mejor sitio que aquí. A ver si observáis algo raro en esta foto. La carabana es una de estas que se ponen en las ferias para disparar a unos palillos:



La pista se encuentra en la escalera que se ve a la izquierda. Fijaos hacia dónde hace bajada la calle. Ahora fijaos en la rueda de la carabana. Cuánto menos, es discutible que la decisión de colocar la cuña a ese lado sea la más acertada... No me imagino la situación en la que la caravana empezara a caer poquito a poco, luego empezara a acelerar, para después, incontrolable, decidirse a aplastar a todo ser que osara interponerse en su camino, a la vez que fueran cayendo graciosos peluches sonrientes, corazones, serpentinas de colores, muñequitas de trapo. Irónico el morir atropellado por una carabana governada por perros piloto. Sería otra situación realmente difícil de explicar a quienquiera no lo hubiera visto.

Es que esto explicado así no tiene gracia. Pero os juro que si hubierais estado allí no estaríais leyendo con cara de desprecio.

De todas formas, decidí dejar la cuña tal y como estaba. ¿Quíen era yo para cambiarlo? Quizás otro tuviera más suerte, y se diera cuenta de esto en compañía. Y se podrían reír, y abrazar, y regocijarse, y hacerse fotos al lado y, lo mejor, cuando lo explicaran todos juntos, se volverían a reír hasta mearse, y serían felices para siempre.

2 comentarios:

Paco LPZ dijo...

Eso es igual que lo que pasó un día ventosos de verano: currando en larga 2 con Moratinos y Rojas, el primero se equivocó a la hora de poner los vientos en las sombrillas y ¿qué paso? Pues lo que tenia que pasar, que en el momento más plácido de la profunda siesta que Rojas estaba llevando a cabo... vino una ráfaga de viento que llevó una de las sombrillas a su cabeza... Me partí (o me hilarí como tú dirás), aunque contado así es verdad que no tiene mucha grácia.

Paco LPZ dijo...

GrAcia sin acento =D